sin dejar de
caminar por aquellas calles, en su mayoría ya muchas veces vistas, la imagen y
el recuerdo de su difunta madre apareció, con fuerza e intensidad inusitada,
dentro de él. Había sido precisamente con su muerte como él había terminado de
entender la utilidad del seguro de vida. ¡Si tan solo lo hubiera entendido
antes! No habría evitado la muerte de su madre, pero habría podido darle a esa
pérdida algo de beneficioso e, incluso, de alentador. Porque su madre murió y
no fue sino hasta ver su cadáver que a él se le ocurrió la idea de venderle un
seguro. De haberlo hecho, quedando él como principal beneficiario,
probablemente otra sería su vida; o, tal vez, su vida sería la misma, pero se
habría evitado más de una penuria pasada a causa de ese entierro.
-
Eso deberían
enseñarlo en la escuela –se dijo en voz alta, molesto porque no fuera así. Si
tan solo en el colegio le hubiesen enseñado que la muerte de una persona
cercana no tenía por qué ser, solamente, fuente de tristezas, dolores y culpa,
pudiendo ser también motivo casi de alegría, al dejar la muerte tras su paso
algo útil a aquellos seres queridos que aún vivían.
Se detuvo. Miró
su reloj y al ver la hora su estómago crujió, recordándole el hambre que debía
tener.
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