hasta un rato después de terminar su generosa taza de café con leche.
Fueron las ganas de orinar las que consiguieron separarlo de la comodidad de su
sillón; y satisfecha la necesidad, sin apagar el televisor, se sentó juntó a la
pequeña mesa de comedor, decidido a organizar un poco las ideas para la charla
del día siguiente.
Lo primero –se dijo– era tener claro un posible título para la
charla. Sin necesidad de pensarlo demasiado, llegó a uno que lo satisfizo
inicialmente: “Las dificultades de la venta domiciliaria de seguros”. Agarró
una hoja y un lápiz, escribiendo con él en ella el resultado alcanzado. Acto
seguido, lo subrayó y escribió bajo ese título, otro más pequeño: “Contenido”.
No son pocas –pensó– las dificultades que presenta la venta
domiciliaria; sin embargo, alentado por el tema, empezó a enumerarlas
lentamente por escrito:
-
Miedo al ridículo
-
Vergüenza – timidez
-
Falta de experiencia
-
Miedo al fracaso
-
Exceso o carencia de información
-
Desánimo por falta de éxito
-
Falta de autoconfianza
-
Problemas de expresión
-
Organización de la información
-
Presentación personal
-
Inseguridad urbana
Más abajo, en la misma hoja, puso otro subtítulo, con sus respectivos
puntos:
Ventajas:
-
Días siempre distintos
-
Horarios más flexibles
-
Posibilidad de conocer gente agradable
-
Remuneración según esfuerzo realizado
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